Los siguientes son algunos de los
conceptos vertidos por los autores en el texto de referencia. Junto a algunas
consideraciones positivas que los mismos vuelcan acá sobre las virtudes de la
llamada Generación Y, creemos que es preciso también señalar ciertos aspectos
no tan benéficos en términos de lo que podríamos denominar “salud psíquica”, y
sobre todo si tenemos en cuenta la importancia de los factores sociales que
están involucrados.
“…parece que saben lo que quieren
y no lo reivindican, sino que directamente lo ejecutan desde sus decisiones,
los blogs de Internet y los SMS. No polemizan ni piden permiso, actúan.”
“Se irán acostumbrando al
bombardeo de imágenes, a la información inmediata y visual, a la realidad en
3D. No van a desarrollar la paciencia y la laboriosidad, sino el “ya” y el
“ahora.”
“Es una generación de resultados,
no de procesos. Cortoplacista…”
“Los jóvenes de esta generación
son más individualistas que generaciones anteriores y reivindican la autonomía
en sus opiniones y actuaciones, situando su ámbito personal por encima de
consideraciones de orden laboral y social.”
Estos jóvenes, que han ingresado al
mundo laboral recientemente, no poseen ya intención alguna de unirse a otras
personas con similares ideales o con las mismas necesidades reivindicativas.
Cabe preguntarse: ¿es esto saludable? Y además: ¿Toman esta postura porque
realmente han optado por ella, o simplemente, se les ha negado desde el vamos
la posibilidad de construir canales por los que transitar junto a otros?
Sin lugar a dudas, esto se
vincula estrechamente con el análisis que Bauman realiza en su libro
“Modernidad Líquida”, y que apunta a observar cómo se ha desarticulado todo
tipo de acciones que promuevan la unión de las personas en torno a “causas
comunes”.
Las “causas comunes” son,
precisamente, aquellas que hacen de una sociedad algo más y lógicamente
anterior a la suma de sus partes, son el elemento que más nos habla de lo
esencial de una sociedad como tal.
El individualismo de esta
Generación habla de un narcisismo exacerbado, así como la necesidad imperiosa
de obtener resultados inmediatos remite a un desarrollo deficiente de la
tolerancia a la frustración. Y estos son elementos que resultan centrales a la
hora de evaluar el grado de salud de un sujeto. Más allá de los éxitos
personales que estos jóvenes puedan alcanzar en las empresas para las que
trabajan, es necesario tomar en cuenta que estas características, en sí mismas,
hablan de la carencia de ciertos recursos que son imprescindibles para la vida.
En realidad, se podría pensar
también, que ellos son víctimas de un sistema que no ha podido brindar a las
personas elementos de cohesión social, que no ha podido transmitir el valor del
esfuerzo y la postergación del placer como inherentes a la vida misma. En este
sentido, estaríamos hablando de personas que se hallan en un estado de
hiperadaptación que es funcional a los requerimientos de la sociedad actual tal
como lo exige la empresa actual.
Naturalmente, esto no es vivido
por ellos como un problema, sino como una forma de no parecerse a generaciones
anteriores. Pero en lugar de tener en cuenta los aspectos positivos que también
tuvieron las generaciones precedentes, se produce una actitud meramente
reactiva, que rechaza todo cuanto se ha hecho antes en lugar de una actitud de
respuesta capaz de evaluar y construir un modelo integrativo, y por lo tanto:
superador.
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